SOLÍAMOS VIVIR SIN RUTINA

Recuerdo cuándo solíamos aferrarnos a la aventura de escapar de la rutina, hacia la playa más lejana o la montaña más alta.
Siempre acompañados de una sonrisa que nos permitía que el botón de la improvisación estuviese siempre activo.
Ahí estarán esos años tan vividos, con tres polvos al día y helado de chocolate antes de dormir.


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